SEÑOR DE LOS CIELOS
Solemnemente te magnifico.
Porque, para mis deleznables pasos,
Contigo es siempre diferente.
Mi aparatoso camino se percibe,
Como gloriado y dulce césped.
Tus hijos unánimes,
No interrumpen la bendición.
Ahora en sus casas,
Exaltan tu grandioso nombre.
Elevan fervientes himnos y coros a tu nombre.
Disfrutan junto a ti, de su primer cielo celestial.
Muy emocionada la novia, prepara, el níveo vestido.
Con la impecable lindura, para tan esperado encuentro,
El más grande suceso.
En silencio muy preocupado, mira el prometido.
Con las flores blancas recién cortadas,
Para el inolvidable momento.
¿Por qué me miras?
¿Por qué me estas mirando?
¿Por qué estas ausente?
Has de mí, el amigo que calmara tu sed.
Estaré en ti, eternamente presente.
Mi corazón velará por ti, ciegamente.
Te cuidare con mi amor, para siempre.
No temerás del momento atroz.
Te llevaré conmigo muy alto.
Donde transitan cada día,
Las pisadas protectoras,
De tu padre que te ama.
Y si las blondas cortinas de niebla,
Cubren mi brillante luz.
Yo te llevaré con mi voz.
Y si ni aún así, tus oídos no me entienden,
Siempre habrá una manera para llevarte junto a mí, con bien.
Te enseñaré a conocerme.
Y conmigo, no te detendrás jamás.
Y las fieras fauces de tenebrosidad, huirán ante ti.
Y cuanto te invada la cerrazón.
Sin dudar, todo te lo aclararé.
Y volverá la razón, que te enseño a habitar en mí.
Aunque a veces, me sientas un poco ausente.
Velaré por ti,
Siempre fiel.