Histórica y colombina
emerge orgullosa
cargada de laureles acebiños,
hayas y helechos
entre nieblas rastreras
de bosques fantasmagóricos.
Circundan sus costas
marines en vigilia,
custodios perennes
a vistas del navegante
en formación ondulada
de cachalotes, ballenas piloto,
calderones y delfines mulares.
De tortuosos accesos,
serpenteantes senderos,
surcan empinadas montañas,
hermosos valles,
y pequeños saos
predilectos del Gran Rey.
En un manto de leyenda:
Gara, refulgente sol
tiñe de oro
al bosque esmeralda,
sueño de Jonay
que sobre cueros
de cabras inflados
por corrientes mansas
arriba a sus brazos.
De nuevo el mito
de amores prohibidos
devenidos en tragedia
y en el pitón de Agando,
palos de puntas afiladas
extinguen las vidas
de Gara y Jonay.
Y en El Alto Garajonay
nos inundan:
las preciosas vistas,
los ecos del silbo,
las chácaras que suenan,
el almogrote que unta,
el potaje de berros
Y EL OBLIGADO RETORNO.