La suspicacia de tu mirada
que alborota el alba
Y hace saltar golondrinas de su nido,
Es la misma que exhala
La boca hedionda del diablo,
Se preguntarán los muertos,
El por qué, de los alaridos
De los perros del barrio,
Si a su amo
Ya no le gusta salir de noche,
Pues tiene un contrincante
Digno y puro en tus muslos
Y en tus senos el enemigo
Y eres tú mujer quien apaciguó al diablo
Con tus miradas, con tu velo
Con tu sexo ardiendo en deseo.