¿Que saben los ingratos de mujeres,
si nunca se impusieron adorarlas?
¡Tan solo disfrutar de sus placeres
llegando con astucia a conquistarlas!
¿Que saben de la esencia tan nardina
que exhala el gran amor de primavera?
¿Que saben de caricia vespertina
sentados a la sombra de una higuera?
¿Que sabe el seductor del noble anhelo,
que abraza el corazón que es muy constante?
¿Que sabe de las noches de desvelo,
que causa con su afán de gran amante?
¿Que sabe de los labios candorosos
que arrullan con hechizos de paloma?
¿Que sabe de los ojos luminosos
que ofrecen tierna luz muy policroma?
Contemplo mi camino de regreso
y siento que perdí la gran belleza,
de amar con el amor del tierno beso
envuelto en su ropaje de terneza.
Amé con el calor de la locura,
y tuve de emoción delirios tantos;
tan solo venerando la hermosura
de un cuerpo con helénicos encantos.
Ahora con los años en mi espalda,
observo de mi vida sus errores,
y miro destroce sutil guirnalda
del sueño virginal de los amores.
¡Y quedó en mi aposento solitario
perdido en ancho mar de confusiones;
pensando ya comienza mi calvario
en pago de mentiras y traiciones!
Autor: Aníbal Rodríguez.