Ella era miel;
pero, también café;
se murió con la tarde;
me fuí,
nunca supe adónde,
fue un largo transitar vagando sin dirección ni sentido,
hasta que nuevamente te encontré en una mujer distinta,
rosa y jerez,
la amé tanto como a tí;
alguien, no sé quién
la asesinó;
me ha significado recorrer un extenso periplo
en búsqueda de pistas, en indagaciones, los motivos, ...
intentando descifrar el enigma
del o los responsables de tan alevoso crimen.
Estoy paranoico,
me siento perseguido
por los sospechosos.
Este estúpido homicida
puede volver a sus andanzas;
no es que me invada el miedo a que me maten,
sino el de no descubrir al autor.
Por si es cierto que me persiguen,
he tendido una trampa,
al caer en ella el culpable,
lo atraparé.
Sin justicia no tendrás paz
en tu tumba
y yo no podré ir por otra mujer
que sea como tú,
luz naranja
...