La noche abre otra página
en su libro de verdades,
sus brazos largos
registran pasillos,
esquinas y habitaciones.
Tiene sed la noche,
su mirada se pega
a los faroles,
buscando calor
y algo de ternura.
Labios atrevidos
y tímidas sonrisas
se ocultan de su vista,
entre mamparas
de gente que no sabe nada.
Busca la noche a ella,
a él, juntos ella y él,
que se escurren
entre articulaciones,
con la caricia cómplice
de las sombras calladas.
Eduardo A. Bello Martínez
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