Escucho al viento en un día soleado,
el cielo me habla en un día nublado,
comprendo al sol en un día lluvioso,
la luna me canta mientras yo sollozo.
Nos acompañamos.
Mi llanto alimenta la tierra y
crece una flor.
Entre multitud
de inadvertidas imágenes que
desfilan presuntuosas
ante mis ojos que buscan,
me detengo en una muy particular.
Leo un verso que acaricia,
en medio de mi acostumbrada
melancolía, sonrío y
suelto un suspiro;
mis serenos labios se separan
como abriendo sus puertas,
enamorada mariposa entra en mi boca
loca la trago, reposa en mi pecho,
se acomoda en mi alma
y vuela abierta, plena, eterna.