Sirviéndome una máscara de escudo
leal, a mis temores, salvaguarda
y atada, con firmeza, me la anudo
delante de esa bestia que me aguarda.
Carnaza simplemente o cebo crudo
supongo ante una fiera atroz y parda
alerta y esperando a que, desnudo,
afloje este valor que me resguarda.
Al verme enmascarado retrocede
sabiendo que mi espíritu le indica
que quiero liberarme de este miedo.
Mi máscara, coraje, me concede
y gracias al pavor que me erradica
me noto que vivir sin ella puedo.