No me volverás a llamar. No me volverás a abrazar. No volveré a escuchar tu voz, todo es silencio, tus manos no me tocan. Y mientras, en mi vida, todo se vuelve invierno, está seco, y ya nada crece en mi huerto.
Recuerdo cuando crecía todo tipo de árbol frutal,
y corrían ríos de un lado a otro. Recuerdo la choza con humo saliendo de la chimenea, señal de Vida, señal de tu presencia. Hoy crujen mis huesos por el frío, todo se torna gris, y solo hay silencio. No escucho tu voz.
Pero ¿que es esto que escucho? Llega a mi corazón el eco de tu voz,
que como un susurro acaricia mi alma. Me dices que regrese a tu lado, que quieres transformarme,
y quitar esa roca que impide que vuelva a sentir las caricias de tus palabras en mi ser.
Ya no estoy solo, siento tu abrazo. Ya no hay silencio, escucho tu voz.
Ya no hay invierno, todo es verdor.
No hay huesos secos, todo es vida y es amor.