Envuelto de ostracismo y de negrura
fallezco agonizante y desespero
cubierto de un azufre pendenciero
diabólico y repleto de amargura.
Perversa me resulta esta locura
cavándome una tumba en donde muero
y ajando maliciosa al mundo entero
propicia mi dolor y mi tortura.
Sus fuegos de penurias hago míos
y ardiendo ferozmente desatados
desprenden infernales tonos ocres.
Contienen, además, mis griteríos;
clamores, en la noche, desbordados
igual de lastimeros que mediocres.