Tu mente,
aquel lugar hermoso, insípido y verde
donde tus ideas iluminan al mundo;
mi mundo.
La delicadeza de aquel ser extraño
ante la noción del orbe
que aún sigilosamente gira sobre mí;
omnipotente hombre.
Tu mente,
un estratega del ajedrez
burlando dicharacheros de Firouzja y Carlsen,
creador de elo como signo de benevolencia.
Tu mente,
seductora de poesía y conocimiento,
entre vinos y un matiz andante
detonas la mirada del ser; mi mirada.
Clavando una estaca
en mi cultivo de la sabiduría,
forjando a enmarañarme
y aceptar la avenía.
¡Tu mente!
Seductora de mis versos
que deleitan y regocijan de modo que
en ti sólo están mis pensamientos inmersos.
-Jacqueline Cid-