Es la llama incendiaria de tus ojos,
colmada de pasión,
la que ardiente descansa en mi mirada
e impulsiva me llena de rubor.
Es tu idílico cuerpo de odalisca
el que emite un delirio abrasador,
e ígneo se desplaza por mi piel
quemándome por dentro en su fervor.
Es el fuego vehemente de tus labios,
tintados de arrebato bermellón,
y el tacto de tus besos,
que en su caricia, abrasan de calor.