Me derretia en su voz. Rugia lo mas profundo de su ser.
Tan suave como los pétalos de una flor. De aquella flor que deshoje, resignado, esperando por tu irrupción.
Pensándolo bien no era tan suave, pero todo lo que se desprendía de ella era lo mas delicado de este insípido universo.
Cada palabra era como bálsamo para mis heridas, como certezas para mis dudas.
Como motivos para movilizar esta quieta esperanza.