La piscina
Podía nadar en ella como si se tratara de su piel, me sumergía muy dentro de ella misma buscando sus profundidades, me dejaba sin respiración, exahusto cada vez que su humedad envolvía mi cuerpo, podía mantenerme suspendido flotando como si se tratara un sueño de las mil y una noches y de madrugada la luna se reflejaba en ella haciéndola verdaderamente hermosa.
Me daba un placer enorme tirarme de cabeza para atravesarla y recorrerla por los cuatro costados, siempre abierta para mi las veinticuatro horas y sobre todo visitarla de noche era especial, iluminada a través de sus focos sumergidos mostraba todo lo que escondía en lo mas profundo de si, por todo eso me erizaba el vello de su contacto con solo tocar sus aguas.
Así era ella, perfecta para bañarme en su interior y darme ese placer de saciar todo ese calor acumulado de día o de noche, dejándome relajado para luego volver a disfrutar de sus múltiples beneficios húmedos.
¿Como no disfrutar de sus aguas termales, relajantes, tonificantes y revitalizantes?.
Quizás el lector esporádico pensó en mis letras como referencia a La piscina.
Pero el lector perspicaz sabe bien a que me refiero...
Jordi Etresi
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