Quererte cuando quiero y como quiero es obligarte a mi capricho.
Entendí que querer, es quererte como queremos. Como ambos disfrutamos. Al ritmo de tu carácter siendo perseguido por mi paciencia. Y viceversa
Quererte como quien disfruta del paisaje y solo se queda a deleitarlo
Como quien disfruta de la vida de las rosas sin cortarlas, dejándolas surgir siendo ellas, floreciendo. Punzando si te acercas mucho, pero como soy de naturaleza curiosa me acerco, y quiero tocar donde no existan obstáculos, gozando el roce, disfrutando el instante.
Quererte en la pasmosa distancia, se convierte en el reto diario de la monotonía, en lo complejo que es la impotencia de no tenerte, pero… quererte.
Quererte para mí, aquí, conmigo.
Quererte sutil y haciendo ruido
Quererte para estar en pijama y sin ella
Quererte en tus momentos ácidos, disfrutando los dulces
Quererte cuando quieras, incluso cuando me necesites y no lo demuestres, cuando te agobies, pero no me llames.
Quererte siempre que pueda disfrutarte, porque, que sería de esto sin tus muchas estaciones
Tanto en primavera como en invierno, pasando de vez en cuando por otoño, porque si algo entendí es que contigo no hay aciertos y menos ritmos complejos, todo surge, todo se mueve, todo es al ritmo de lo inesperado… es quererte a diario.
Quererte como quien disfruta el silencio y la soledad, siendo perturbado por el leve sonido del susurro del viento, y esa corta alteración es una sonrisa instantánea, es un fresco que te libera y te reconforta.
Quererte a ti se convierte en la mezcla de todo lo que alguna vez ame. Inclusive tiene características de todo lo que odio.
Quererte a ti es la tranquilidad en medio de un huracán, cuando quien queda atrapado en ella simplemente se deja llevar y acepta su destino. Y no importa que, en todos los futuros relativos espero que alguno, sea contigo.