Prepare mi corazón y mi cuerpo para dar aliento a un alma. ¡Qué pena me di! Sobra decir que me llevé una patada.
Después, cuando menos esperaba, un amoroso peluche me ofreció su casa como lugar de cobijo, como lugar de sueños, lugar de paz... Pero entonces, le di yo la patada.
¡Qué mundo este!