Agonizamos ayer y despertamos hoy,
nos vemos descalzos sin desnudar nuestra pasión,
besamos cicatrizando la mentira,
corremos memorizando el dolor,
ahogados con aire en pulmones secos,
sentimos besos fríos con sabor a ardor.
Mis manos en sus manos,
rodeados un golpe irrumpe sin control,
sentimos alardear el misterio de un Dios,
caminamos ayer y nos arrastramos hoy,
pensamiento idea vaga absurda,
nos abandona sin anhelo de presión.
No existe sonido indiscreto,
es un eco punzante con voz,
trueno a los dedos con sentimiento,
sucumbe la agonía en la pasión,
ya no recordamos lo discreto,
la laguna no existe en mi corazón.