Te observo de reojo y tú me ignoras
atenta por completo en otra vida
y absorta, en un tercero sumergida,
proclamas con tu pose que lo adoras.
Miradas le sugieres y le imploras
tentándole cercana y desmedida
y anhelas que recíproco decida
amarte ese galán a todas horas.
Sufriendo tras tu espalda ni me intuyes
y herido por no ser tu pretendiente
me cuesta soportar lo contemplado.
Mostrándome la nuca te escabulles
y muero en disimulos, quedamente,
mirando, a mi pesar, hacia otro lado.