Noches mustias, de desamor y de llanto,
noches solitarias, como poemas en blanco,
Ay, como duele haberte querido tanto,
tanto que sin ti, el corazón yo me arranco.
Vuele mi corazón en brazos de la muerte,
sangrante, adolorido cual pájaro herido,
al mas allá, donde quizá ya no pueda verte,
mas en el camposanto, he de estar escondido.
Para ver llorar, a aquellos que me han querido,
tal vez estés presente y de luto cerrado,
con mis seres queridos, un jueves de febrero.
Y leas en mi lapida, el epitafio que he pedido:
"Yace aquí el hombre, quien te ha amado,
y adorado siempre: Mi último amor primero"
Iván Madueño Luján