Al borde del precipicio, abandonado de recuerdos
Con mis pupilas olvidadas de tu voz y tus verbos
He maldecido el paso del tiempo y el olvido
Que me llena de miedo, que me inunda
He decidido no abrir la puerta
Dejarte allí, esperando en el umbral
Cómo primavera helada, carente de mañanas
Para que mis ojos no te miren
Para no mirarme en los tuyos
No deseo más los sueños tristes
No deseo mirar el espejo sin reflejo, vacío
No deseo que mi mirada sea locura y extravió
No deseo ser fantasma que anhela las flores
He decidido no abrir la puerta
Quedarme aquí, entre mis sábanas desgastadas
Entre mis libros y memorias
Para reír a carcajadas, y besar los ojos claros
De tu sombra desahuciada
Al borde de la nada. Entre soledades paganas
Me invaden los recuerdos de todo lo olvidado
Del refugio de tu pecho, del consuelo de tu mirada
Del calor de tu latido, de la ternura de tu vientre
Quédate allí, en la puerta, no insistas más
Si no deseas ser rio, no necesito de tu agua
Si no deseas ser universo, no me muestres más tu luz
Si no deseas ser cielo, no me reveles tu calma
Si no deseas ser montaña, no me descubras tu aroma
Si no deseas ser vida, no me insinúes tus besos
Si no deseas ser pasión, no me desnudez tu cuerpo
Si no deseas ser mía, no derribes esa puerta
No me lances al precipicio.