José Luis Barrientos León

No derribes esa puerta

 

 

Al borde del precipicio, abandonado de recuerdos

Con mis pupilas olvidadas de tu voz y tus verbos

He maldecido el paso del tiempo y el olvido

Que me llena de miedo, que me inunda

 

He decidido no abrir la puerta

Dejarte allí, esperando en el umbral

Cómo primavera helada, carente de mañanas

Para que mis ojos no te miren

Para no mirarme en los tuyos

 

No deseo más los sueños tristes

No deseo mirar el espejo sin reflejo, vacío

No deseo que mi mirada sea locura y extravió

No deseo ser fantasma que anhela las flores

 

He decidido no abrir la puerta

Quedarme aquí, entre mis sábanas desgastadas

Entre mis libros y memorias

Para reír a carcajadas, y besar los ojos claros

De tu sombra desahuciada

 

Al borde de la nada. Entre soledades paganas

Me invaden los recuerdos de todo lo olvidado

Del refugio de tu pecho, del consuelo de tu mirada

Del calor de tu latido, de la ternura de tu vientre

Quédate allí, en la puerta, no insistas más

 

Si no deseas ser rio, no necesito de tu agua

Si no deseas ser universo, no me muestres más tu luz

Si no deseas ser cielo, no me reveles tu calma

Si no deseas ser montaña, no me descubras tu aroma

Si no deseas ser vida, no me insinúes tus besos

Si no deseas ser pasión, no me desnudez tu cuerpo

Si no deseas ser mía, no derribes esa puerta

No me lances al precipicio.