Compareciendo en el “fuerte”
el embrollo no ha variado,
seguimos en el pasado
en cuestión de vida o muerte.
Ya sin ser cuestión de suerte
válgase la analogía,
se agudiza la ironía
cuando resultas inerte.
Esa sangre derramada
con la típica \'justicia\',
en ignorancia se auspicia
por la dermis desgarrada.
Con la ley como morada
y siglos de diferencia,
increíble coincidencia
aun siendo justificada.
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Supongo al aventurero
empolvado del camino
arribando a su destino
despojándose el sombrero
sin el afán lisonjero
buscando sediento un trago
a la espera de un amago
como todo forastero.
Ceñidas las chaparreras
de una larga cabalgata
y al cuello un paño escarlata.
Como fieles compañeras
las dos pistolas viajeras.
En sus botas las espuelas,
las simpáticas gemelas
del andarín prisioneras.
La mirada desconfiada
llegando a la fortaleza
previniendo la sorpresa
de traicionera emboscada
culminando la jornada.
La diestra próxima al cinto
como respuesta al instinto
por cualquier encrucijada.
El suspicaz residente
alertado por los miedos
mariposeando dedos
como reflejo insurgente
en defensa permanente
con el atisbo furtivo
buscando un solo motivo
y disparar a la frente.
Esencial ser implacable
y fijar franco la mira
cuando el de enfrente conspira,
con desconfianza honorable
siendo un estigma incurable
proteger el territorio,
el deber obligatorio
ante el abuso indudable.
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Las armas hemos cambiado
en otra época vivimos.
Mas de lo mismo hoy sufrimos,
el denostar ufanado
nos queda como legado.
El futuro se maldijo
y el revólver es prolijo
vetusto y descontinuado.
El pertrecho en su lugar
incluso se ha enriquecido
el rival será abatido
y no es preciso sajar.
Solo basta con hablar
y resulta más hiriente
situados en el presente
hacer la cuota pagar.
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@MucioNacud ©