Los pasos del viento en la vereda
anuncian el comienzo
del fin para las hojas.
Palidecen
se agitan,
se aferran
desesperadas a la rama.
Pero su afán es vano intento:
al llegar la tarde
de la postrer semana
yacen por el suelo
mezcladas con la tierra
miserables y olvidadas.
Caminante,
así del hombre es la vida:
mano crispada
intentando evitar lo inevitable.