No conozco otra cosa que la vida
y obvio es querer conservarla a toda hora,
quizá es lo más grande que uno atesora
y a la que nunca quiere ver perdida.
Mas no hay que lamentarse por el tema
pues ello es una lucha sin sentido,
máxime si uno es viejo y ha vivido
un poco más que unas siete decenas.
Es tal vez el momento de enterarnos
sobre el lloro y sobre el crujir de dientes,
sin que de ello podamos lamentarnos.
En adelante el lema es ser prudentes
buscando la manera de ayudarnos
a prorrogar el sino concluyente.
Jorge Horacio Richino
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