Mamacita, su sonrisa ilumina
todas las palmeras
de mi conocer
y cuando mueve
su cintura «sin saber»
grito interiormente
y me compadezco
ante sus exquisitas hazañas
Exquisité, me bailaba
en su templo
a mi templo se pegaba
profundamente
como la arena a una marea
trascendente venía e iba,
venía e iba, venía e iba
pegadita, eterna, erguida,
alegremente trascendente