SÁLVESE QUIEN PUEDA
Adentro hay unos ogros con falta de empatía,
macabros e insensibles si un bulto queda solo
o nadie lo venera. No late, no latía
y resta en delación que allí se juega polo.
No hay sol que parta al hielo, si no una brisa fría
donde caen las hojas por daño en el peciolo
muriéndose de sed sin noches y sin día
quemadas por el ácido fétido del vitriolo.
En esto se ven tripas y el sálvese quien pueda
expone corazones sin tiempo para amar,
sin tiempo para el prójimo pisados por la rueda.
La esfera despiadada, no importa en qué lugar,
fagocita a ese término de moda pero hospeda
sin sus remordimientos personas al azar.