Me siento halagada en halagos,
y mis ojos calientitos de mielina,
lloran en armonia con Melina
al disfrutar la sinfonia en el lago.
Me veo, en el cristal de microclina
salida del crisol sin ser copela,
para esbozar mi rostro en una tela
necesito pigmento de melanina.
El tiempo sin tocarme me modela
en la matriz de la señora Izùcar,
cuando escuchè su dulce voz de azùcar
su dolor se embarco en una estela.
La vida de la nada nos cincela,
nos ornamenta, nos diseña bellas,
quisiera preguntarme: ¿`Quièn es Ella?,
que con tanta paciencia nos espera
y escribir en el libro de esta Era:
De Usted es: La Noche de la Doncella.
Claudio