FELONÍA
Si extraigo de mi pecho la gran flecha
clavada con la fuerza de una maza
yo sé que me desangro por la estrecha
relación con el centro al que amenaza.
No acudo por ayuda y no hay sospecha
de llevar el dolor en una craza
en donde se ha fundido la cosecha
con gotas carmesí como una brasa.
La herida es muy profunda y sigue abierto
el trayecto con bordes anfractuosos
contenidos, tal vez, por tiempo incierto.
Pues, son las felonías escabrosos
recuerdos que se llevan si no has muerto
y siempre surgirán con sus acosos.