Serán palabras al amanecer,
serán los columpios en el jardín,
serán momentos para merecer
cada una de las notas de violín,
de esas tan dulces, de esas tan graves,
o de las que sólo tú te sabes.
Serán tus manos sobre las mías
las que apagarán la incertidumbre,
esa de levantarnos todos los días
sin que estar contigo sea costumbre.
Serán tus ojos sin conflicto
lo que me incite a levantarme,
aunque sea tarde o, aunque sea
relativamente temprano.
Serán tus pasos por mi piso
los que hagan de repente nacer de nuevo
al mundo como fuera que el día quiso,
antes de nosotros y después del fuego,
antes de nuestros fallos al decir “luego”,
como yo te dije cuando no debía,
pero nunca fuimos cuando se podía.
Será la Luna vestida de luz
entrando por la ventana madrugada
y saliendo por la puerta en la mañana,
seremos esperando al infame reloj
gritar sin calvarios en nombre del amor.
Serán acuerdos al festejar
que las mañanas hoy vuelven otra vez,
para ti y para mí al despertar,
somos capaces de cantar hasta diez.
Seremos nosotros mismos
cuando el Sol vuelva a nuestra vida,
la luz al final del túnel y los abismos
al final de ti.