Tanto amor que reflejan las palabras, esas que nutren las cataratas de versos que siempre tiene Alicia. Un amor con intensidad de lluvia, de tormenta grado cuatro, pero que embelesa en su discurrir tan tiernamente; un amor de ironías, de fuegos enredados, de arcoíris que se tejen en miradas; de hogueras que se prenden con los labios, hasta el clímax exótico que nombra a la muerte, como una artera metáfora de amor.
Hoy necesitamos ese amor que nos libere del encierro, ese tipo de amor vida y muerte que nos mate el tedio y la monotonía del encierro tan prolijo, que está abriendo huecos y llenándonos de tristezas y vacíos.
Necesitamos esa intensidad de amor de vida y muerte, que nos encienda las pupilas y nos dé luz como luciérnagas; ese que nos lleve más allá de nuestras propias fronteras, olvidadas con nostalgia en el rincón de los recuerdos.
Necesitamos (necesito) un amor que nos ponga en la cima de las horas y nos arrope de alegría, que aleje las muerte de los días y la muerte que transita impune por las calles, esa muerte oscura sin poesía.
Necesitamos amar con el amor que no hace la pluma, sino el alma. Gracias Alicia.