No volverán los arboles roídos
A juguetear sus hojas con el viento
Y no vendrán las flores con el tiempo
A regalar campanas de rocío
No volverán campantes en el río
A descansar luceros soñolientos
Ni partirá la mar el sol sediento
Sus rayos en la calma del estío
No volverá aquel beso en la colina
A humedecer tu risa en la quimera
Ni a pastorear tu cuerpo en la mañana
No volverán jamás las golondrinas
A conjugar con voz de primavera
El verbo de las rosas que te extrañan
Gerardo Villalobos