La vida es aquello que te va sucediendo
mientras estás ocupado haciendo otros planes.
J.W.O Lennon
¡Ay lo cotidiano, lo de siempre, lo que se repite,
repite y repite sin que sea dable otra secuencia!
¡Ay lo cotidiano, reloj que no cesa de pronunciar
su salmo a cada segundo, canto monorrimo, letanía
que como letra solo luce un tictac incasable,
inexorable hasta el hastío de las manecillas,
inasequible a un desaliento que no cesa
con el cese de la cuerda que lo alimenta!
Si un reloj claudica de su obligación diaria
habrá otros cientos, miles, millones
que secunden su próposito,
que recojan su testigo para que el orbe
que nos ambienta siga su curso hacia el mar.
¡Ay lo cotidiano, la rutina, lo que se desea
romper con un impás, un asueto, aunque dure
la eternidad de un segundo, de una milésima
de milésima de segundo, así ya es suficiente!
Tal que un caracol en su inasible lentitud
se vale de una superficie para cumplir
su misión genética, y se vale de añadidura
necesaria de una diligente baba que desperdicia
en su ascensión como un Sísifo cualquiera,
así se propone como insustituible, como maná
que verdease los campos egipcios lo cotidiano.
Quiero cantar y canto —en este preciso momento
que se me concede— por la bendita cotidianidad,
—o llamémosla en confianza rutina, lo de siempre—
para elevarla a las alturas del Parnaso y sean alabadas
por los dioses, los que creo doctores en la materia,
los que no gozan del tiempo porque no tienen tiempo
que desperdiciar, porque no conocen el reloj
ni la manecilla, ni su piececilla dentada....
Dejemos aquí la disquisición y que el tiempo
siga —como desde el inicio de los tiempos—
haciendo de las suyas.