Verde rincón vegetal,
del Quijote vigilante y sus molinos;
rebozado de un lenguaje natural,
y tapizado en polvorientos caminos.
Atrás quedo la silenciosa huella,
que en la huida nos llevó a tu centro;
ocultándonos del mundo y su mirada
atisbando los pasos del encuentro.
Abrazados al amparo de tu seno,
dibujamos nuestra danza de placer;
de luz tocados por un rayo solitario,
que el ramaje en su entramada dejo ver.
Encumbrado el sol a la alborada,
fue cubriendo la campiña en su esplendor;
con su magia de colores pincelada,
guarda el bosque las imágenes de amor.
Mudo atrás dibujado está el momento.
en jaula de hojas atrapado eternamente;
saltó el sendero hecho polvo al viento,
despidiéndonos en su ocaso lentamente.