No se puede pedir más a las estrellas,
que unas palabras enamoradas
unas alas con plumas de seda,
y la sonrisa límpida de tu mirada.
Reten para siempre en tus pupilas,
la sufrida fantasía de mis ojos
el impulso que late por mis sienes,
en el retrato gris de mi abandono.
Alfómbrame de rosas el camino,
y protégerme del ciego y cruel destino
de retener tu imagen ilusoria,
ciegamente ceñida en mi espejismo.
Porque es duro, vivir sin tu memoria,
porque es triste, el amor que me condena
a llamarte, soñarte, imaginarte
en los mustios jardines de la aurora.
Ana Barroso