Se escucha el mar,
en forma de latidos,
con las resacas.
Igual el viento,
se escucha en las esquinas,
con su rugido.
Pero la voz
del hombre, que ahora llora,
está silente.
Hablan las aguas
de ríos y de mares
en su Babel.
Hablan los grillos
con ranas y cigarras
en la campiña.
Hablan los hombres,
quizás en la pregunta,
de adónde van.
Pero los mares
y ríos cobran vida
y nos la entregan.
También el viento
nos dejas sus caricias
tras la galerna.
En cuanto al hombre,
nos deja mil preguntas
siempre en el aire.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/05/20