Soltar un beso al aire en una mañana que abraza en frescura que atrapa y perdura lo que el día da,
es natural.
Perderse en la imaginación y crear un momento vivo, sencillo, enigmático, tan imposible de pertenecer al vano andar de este mundo que gira sin cesar;
es irresistible.
Llorar raudales, sentir que con la corriente el alma se va y desemboca en mar; hasta quedar seco como hoja del último otoño de los otoños,
es sanador.
Sentirse habitado por arte como en canción de Silvio y desprenderse de la superficie de esta tierra que por más que se pisa no pertenece;
es libertad.
Desear arrancar la raíz de una semilla recién germinada durante una inesperada e irremediable crisis de realidad es pasajero porque lo único cierto es el sentimiento, y eso ... eso
es una verdad.