La sumisión me abandona sobre un jardín ya muerto,
los surcos de un tiempo adverso parece ya perpetuo,
siento caer mi cuerpo una vez mas un millón de veces,
pero esta vez nada duele y el cansancio se hace errante.
La mirada detrás de los ojos se retuerce fuera del futuro,
buitres sobrevuelan los pasos quietos como árboles,
las mazmorras ocultas se llenan de llantos pasados,
hasta la luna cae sin luz en la fría tierra del jardín olvidado.
Quizás algo debió crecer con frutos llenos de deleites,
pero el miedo se levantó como una sombra fuera del espejo,
irreal desde el primer momento como brisa fugaz de verano,
algún delirio con forma de hechizo se llevó mis ilusiones todas.
Mis rodillas se hunden en la tierra soñada donde yace solo lo imaginado,
flores nunca vistas han de morir en la imaginación que las sembró,
cantos de aves blancas es lo único que asombra y resiste en mi alma,
bajo la pesadumbre de mi cuerpo exhausto hoy yace mi mustio jardín.