El brillo de mis ojos se apagaron.
La calidez de mis palabras se enfriaron.
Mis ojos no lo evitaron y sollozaron
después de todo me cambiaron.
Construí una muralla inquebrantable,
ya me había cansado de ser amable
y juro que la esperanza ya desapareció
mientras que el horizonte clareció.
Nada tenía sentido
en mi mente que había fallecido.
Nadie me ataba a este planeta así que huí,
pero mi mente no ayudaba sin más opción la aludí.
La luz que un día emane
al final fue algo inane.
Mañana tendré que despertar
y con una fuerza misteriosa volveré a brillar.
Esta no es mi peor batalla
así que seguiré siendo fiel vasalla,
no me puedo rendir pues Dios me da fuerza para seguir
sus palabras me permiten todavía vivir.