Con la sensación de abandono infinito por montera,
marcho al Enero lejano e inhóspito.
Vinagre de herida, sal y palos que molen.
Nunca cuadra número alguno;
los oídos arrancados del gentío escupen
mientras arden los cimientos.
Solo, con fardos de miedo,
como aquel que busca los silencios por dentro.