Están calladas
las olas de la playa
y las resacas.
Todo es silencio.
La vida se ha parado
en un instante.
Ante los ojos
la imagen suspendida
de toda vida.
Y aquel poema
de versos y latidos
quedó en suspenso.
Hasta el nordeste
dejó morir la brisa
con sus caricias.
Lloraba el cielo,
con nubes, gris plomizas,
que se secaron.
Pero la orquesta,
siguiendo a la batuta
volvió a tocar.
Y cobró vida
la hermosa partitura
de este poema.
Besos y versos
destilan las estrofas
del nuevo hogar.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/05/20