Virginia A Hernandez

Soledad

¡Oh, soledad!
¿Hasta cuándo me haces la misma jugada?
Hasta cuándo harás que mi corazón salte
tan desesperado por un alma,
un alma que es prohibida,
un alma que no calla.
Y lo peor, son los anhelos de ser descubierta
por manos suaves y delicadas.

¡Oh, soledad!
No me hagas perderme otra vez
en inquebrantables sentimientos
que no serán correspondidos,
que me brindarán el cemento
de un amor puro y tierno
que se quedara en recuerdos.