¡Oh, soledad!
¿Hasta cuándo me haces la misma jugada?
Hasta cuándo harás que mi corazón salte
tan desesperado por un alma,
un alma que es prohibida,
un alma que no calla.
Y lo peor, son los anhelos de ser descubierta
por manos suaves y delicadas.
¡Oh, soledad!
No me hagas perderme otra vez
en inquebrantables sentimientos
que no serán correspondidos,
que me brindarán el cemento
de un amor puro y tierno
que se quedara en recuerdos.