Te contemplé, solitario,
acechante en la penumbra,
en la oscuridad profunda
como un loco enamorado;
mi pecho grito: te amo,
lo acallé con mi ternura,
eres belleza que abruma,
un dulce Edén son tus brazos;
te recostaste serena,
difumado en lontananza,
te miraba como estrella
muy brillante en la distancia:
te quedaste noble y bella
en lo más hondo de mi alma...