¿Quién preparó el bebedizo,
putrefacto y nauseabundo,
que me hace errar por el mundo
afligido y huidizo?
En busca de ese hechicero,
nigromante pendenciero,
que por un encantamiento
me convirtió en esperpento.
Sumido en un maleficio
al que no encuentro remedio,
acosado por asedio,
expiando el sacrificio.
Recurro a viles videntes
y a pócimas pestilentes,
requiero a sabios y magos
de aquellos y de estos pagos.
Ni ritos ni brujería,
entre el humo de calderos
el clan de los hechiceros
ocultan grave herejía.
En el abismo más hondo
de este cosmos hediondo,
un espíritu ambulante,
mi alma…tiniebla inquietante.
Y mi sangre se convierte,
por la poción venenosa,
en nociva y ponzoñosa.
¡Ni un druida lo revierte!
Un antídoto yo busco,
no lo encuentro, mas me ofusco,
ni en hechizos ni en conjuros,
eternos males auguro.
Cábala, alquimia, brebajes…
Qué mundo el del ocultismo,
asomado en el abismo
de tahúres del chantaje.
Lacerado de dolor
por encontrar un amor
al beber el licor mágico…
elixir de un final trágico.