Raúl Carreras

Conjuro de amor

¿Quién preparó el bebedizo,

putrefacto y nauseabundo,

que me hace errar por el mundo

afligido y huidizo?

En busca de ese hechicero,

nigromante pendenciero,

que por un encantamiento

me convirtió en esperpento.

 

Sumido en un maleficio

al que no encuentro remedio,

acosado por asedio,

expiando el sacrificio.

Recurro a viles videntes

y a pócimas pestilentes,

requiero a sabios y magos

de aquellos y de estos pagos.

 

Ni ritos ni brujería,

entre el humo de calderos

el clan de los hechiceros

ocultan grave herejía.

En el abismo más hondo

de este cosmos hediondo,

un espíritu ambulante,

mi alma…tiniebla inquietante.

 

Y mi sangre se convierte,

por la poción venenosa,

en nociva y ponzoñosa.

¡Ni un druida lo revierte!

Un antídoto yo busco,

no lo encuentro, mas me ofusco,

ni en hechizos ni en conjuros,

eternos males auguro.

 

Cábala, alquimia, brebajes…

Qué mundo el del ocultismo,

asomado en el abismo

de tahúres del chantaje.

Lacerado de dolor

por encontrar un amor

al beber el licor mágico…

elixir de un final trágico.