Cuando nadie me había abrazado
y aún no se inventaban las palabras.
Cuando Dios no había tomado el barro
ni soplado su aliento en mi nariz.
Cuando aún era un pedazo de algo
-un fragmento de nadaun intenso dolor de cabeza
náusea
vómito
asco.
Una fibra de hombre alojada en su cuerpo
sin rostro ni identidad,
ya una mano sobre el vientre
me anunciaba que me amaban.