Nuria de espinosa

Un día de otoño

Al atardecer de un día otoñal,

intenté caminar entre montañas

y dejar que la yerba creciera por

la ladera,

que los rayos de sol penetrasen

por la arboleda,

junto al resplandor del arcoíris

y el canto de las cigüeñas...

Caminé firme y constante,

como un colibrí en su aleteo

sin brisa, ni viento,

acompañada por la paz y el

silencio.

Y al amanecer cuando

el sol se pone sobre el horizonte

un aurea de luz blanca

se posa sobre mis sabanas,

fui como brasas

que siempre dejaron ascuas.

Y en la cima de la montaña,

solo mi presencia me acompañó;

el vuelo de las aves y el calor de

los rayos solares; era el preludio

de una mañana que abrazaria la

felicidad de mi alma.

Tonos púrpura y ocre abrazan

las calles en un expectaculo de

color y matices solares

dando luz a los ventanales.