Mi carta está marcada de salida,
me usas como útil comodín.
Tendré que darle a nuestra historia fin,
pues perdí, de antemano, la partida.
Te crees mi princesa de por vida.
Me quieres de bufón en tu jardín.
Y antes que, yo, te ladre de mastín
sin un adiós te doy mi despedida.
El tiempo que me queda solitario
viviré, a continuar de antaño modo,
y sufrir en mi piel fatal calvario.
Mi puerta no la cerraré del todo
por si entra un nuevo amor en mi escenario,
y acampa de mi alma en un recodo.