Desde pequeñito tengo
en un saquito de cuero
dos bolitas chiquitas
haciéndolas sonar,
jugaba que daba gusto
masájeandolas un rato
cuando las hacía chocar.
Las llevaba todos los días
eran mi entretención preferida
esas bolitas en mi mano,
creo que como humano
a todos nos gusta jugar
con tan precioso regalo.
A veces con los amigos
las mirábamos cuán grande
cada uno las tenía
y pasábamos el día
tirándolas en el prado.
Llegó un matón grandote
y nos quitó las bolsitas,
ya no podemos jugar
al mate y cuarta, la troya
en ese tremendo agujero.
Pienso que pensaron
en las bolitas y el cuero.