La belleza se desvanece en una cama de hospital
el olor a excremento se mezcla con el amonio cuaternario
una brisa suave, tibia por el calor de la siesta
mueve las cortinas blancas manchadas con iodo
A lo lejos, algunas carcajadas de las enfermeras
y el llanto de un bebé que no encuentra consuelo
La vida y la muerte se abrazan a cara descubierta
sin tapujo, sin pasado, sin sueños, sin caretas
Todo liso, todo blanco, todo gris, las paredes
el techo, el cubrecama, las sábanas, las almohadas,
el colchón ruidoso de cuerina, la silla, la mesa de luz,
las jeringas, el mosaico de granito, las camas...
No quiero cerrar los ojos, todavía no, me resisto,
me llega como una tentación el perfume del jazmín de lluvia,
una imagen violeta de glicinas, los geranios rosados,
el sabor de las uvas, el piar de un gorrión, la tierra húmeda
Quiero escapar de este lugar, pulcro y laqueado
Ya no siento el dolor, me apago, me elevo sin peso
Busco el azul del cielo, mojo mis pies en el río, me recuesto en el pasto
y una ramita de sauce me hace cosquillas en el cuerpo.
No llores, la muerte no duele, déjame partir...