La paradoja de la vida,
es querer estar en lugares donde nada somos,
llenar el alma de los vacíos que dejaron los lamentos,
cuando sea tarde para renacer
es temprano para no mirar atrás,
fueron recuerdos desiertos que no calman la sed.
Sonreir con los labios inertes
y el corazón ausente;
es llevar una sonrisa muerta por la vida,
abiertos al mañana cuando cerramos el ayer,
cuesta tanto vestir el pensamiento desnudo
que decide temblar por el frío del miedo
ante el abrigo púrpura del amor.
Contener los pasos para evadir el destino
es el camino corto de los débiles,
no se construye un imperio sin batallar,
antes de tocar la cima
caer nunca fue una buena opción,
si llegamos al final; el principio es la huella
que fundió tristeza para erigir felicidad.
Silenciar la sinceridad es apagar la felicidad
con una pequeña acción
que al final se convierte en una sutil mentira,
donde eres feliz allí debes quedarte,
donde fuiste feliz allí debes volver,
si fuiste feliz y algo marchitó la felicidad,
no regreses, al final allí no fuiste feliz.