Y busque en el frío néctar
de tus lágrimas de sangre,
el salubre y triste pensamiento
que hoy detenga mis latidos .
Y al final me halle solo y perdido,
entre los crueles valles del olvido,
dónde el ácido aroma de los ríos,
huele a sangre muerta y a delirios.
Dónde el pútrido oscuro color,
de las amargas flores marchitas,
invaden los sueños, enferman la vista,
y consumen la carne con sus negras espinas.