Beberé en las azuladas horas de la noche
los ruborizados efluvios de tus aromas
y el dulce néctar de tus lujuriosos labios,
en la suave ternura de las amapolas.
El fuego de tus colores enciende el aura
que fluye de los rojos pétalos de una rosa,
mientras una abeja recoge bajo sus alas
el áureo elixir de las flores más hermosas.
Lágrimas encendidas de ámbar y milflores
en el lejano oriente una estrella llora,
que visten los pálidos topacios de la alborada
con el velo oro y grana de la bella aurora.
De rojas esencias colma el aire un murmullo
de suspiros que de tus lúbricos labios brota,
como átomos vaporosos de luz y color
que brillan fugaces entre las azules sombras.
Aromas de nostalgia